Un refugio entre libros
La crisis y las
actividades culturales disparan el número de usuarios en las bibliotecas
públicas
EL PAIS Ángeles Lucas Sevilla 18 MAY 2013 - 21:11 CET1
Viajar, conocer vidas, experiencias, filosofías, consultar datos, teorías,
ver imágenes, ilustraciones, aprender idiomas, saber tus derechos, todo en un
libro. Las bibliotecas pueden ser, por ende, como las describió Jorge Luis
Borges “algún tipo de paraíso”. Y cada vez más, los andaluces están
descubriendo en estos edificios algún tipo de salvación, y no solo intelectual
o formativa, también física. La calefacción o los aseos se han convertido en un
reclamo más para los ciudadanos. En los últimos cuatro años, en plena crisis
económica, las ocho bibliotecas públicas provinciales andaluzas han registrado un aumento de un 50,6% de usuarios. Han pasado
de tener 249.185 clientes a 375.212.
Personal de limpieza es lo que se lee en la pantalla de un ordenador de
la biblioteca Infanta Elena de Sevilla. Frente a la luz azul está
Álvaro Arias, que se ha desplazado cinco kilómetros en bicicleta hasta el
edificio para buscar un empleo con el servicio gratuito de Internet del centro.
Un chico que conoció en un comedor social le comentó que ahí podría conectarse.
“Espero trabajar cuidando ancianos, como los últimos cinco años”, cuenta este
boliviano en voz baja, para no molestar.
Arias cumple varios perfiles de los nuevos usuarios de bibliotecas
públicas, que han contribuido a alcanzar estas cifras récord en Andalucía. “Los
desempleados y los inmigrantes son, junto a los indigentes, nuevos usuarios que
se suman a los estudiantes, investigadores, jubilados, menores y aficionados a
la lectura que tradicionalmente llenan las salas”, concluye Javier Álvarez,
director de la Biblioteca Pública de Andalucía.
“Las bibliotecas son centros democráticos por excelencia, sobre todo
ahora, que cada vez se limitan más los servicios públicos. Aquí, en un mismo
edificio puede encontrarse un mendigo que viene a leer, con un empresario
millonario que viene a una presentación”, cuenta Ana Isabel Fernández, directora de la biblioteca Infanta Elena
de Sevilla, que ha sido el centro que más ha crecido en usuarios en Andalucía
en los últimos cuatro años con un alza del 154% hasta llegar a 88.739 en 2012
desde los 34.924 en 2007.
“Ahora hay que trabajar por fidelizarlos, por ofrecer servicios que
interesen a todos”, afirma Fernández, que destaca también que el aumento de
usuarios se debe a la repercusión que supuso la celebración en 2009 de los 50
años de la biblioteca, a los clubes de lectura especializada, al impulso de la Asociación Ocnos de Amigos de la Biblioteca, y a los
convenios de colaboración con asociaciones, entidades y centros escolares.
“¡No te puedes imaginar la cola que hay para entrar los sábados por la
mañana!”, ilustra Fernández, que cuenta que, además de presentaciones de
libros y exposiciones, tienen en marcha programas de visitas, un club de
lectura de español para extranjeros, un centro de literatura africana,
cuentacuentos bilingües, cursos de alfabetización digital, mercadillos
solidarios y talleres, como el que celebraron de caligrafía china. “Se trata
de conseguir la cohesión social”, declara.
Y como esta biblioteca, la mayoría de las 680 bibliotecas públicas de la
comunidad que también plantean sus iniciativas, y que se enfrentan al ascenso
de usuarios y préstamos con el descenso de presupuesto, fundamentalmente en
personal, en nuevas adquisiciones y en mantenimiento. “Los bibliotecarios son
los superhéroes de la cultura. Están haciendo malabarismos para dar un buen
servicio a los usuarios”, dice David Luque, director general de Industrias Creativas y del Libro de la Junta.
“Estamos
agudizando el ingenio, organizando nosotros las actividades, atendiendo a las
personas que encuentran en estos centros un segundo hogar y que en muchos
municipios funcionan como ejes vertebradores culturales”, cuenta Antonio Tomás
Bustamante, presidente de la Asociación
Andaluza de Bibliotecarios. “Somos centros de información, cultura y
ocio a coste cero, de inclusión social y no basados en el consumo; y ahora que
tenemos más visibilidad y reconocimiento, tenemos que dar una buena
respuesta”, considera Bustamante, que también se ha percatado del aumento de
padres que se llevan películas y libros de préstamo. “Ya no es tan fácil para
una familia ir al cine por la subida del precio de la entrada, o comprar un
DVD”, señala Bustamante.
Por su lado, el director de la Biblioteca de
Andalucía, en Granada, ha visto incluso a una madre dar de mamar a su bebé en
la biblioteca. “Aquí, por supuesto, todos son bienvenidos, y servimos también
para informar a las personas víctimas de este desastre social, en el que
desafortunadamente nos encontramos, que hay lugares más adaptados para sus
necesidades. Pero que si se quieren quedar, sin problema. Antes prefiero que me
echen a mí de mi cargo, que echar a un indigente de la biblioteca pública”,
comenta Álvarez con decisión. “Además, algunos incluso participan de las
actividades culturales que realizamos. Los hay que tienen un nivel cultural
alto, sobre todo los extranjeros”, matiza. “Además, ahora estamos adquiriendo
más libros en árabe, rumano, ruso, polaco, chino, a parte de los tradicionales
en inglés, francés o alemán”, enumera.
Álvarez destaca que también está fomentando
la compra de libros en español de literatura Latinoamericana. A Álvaro Arias
seguro que le gustaría leer a un autor boliviano mientras cuida a un anciano en
Sevilla.
http://ccaa.elpais.com/ccaa/2013/05/17/andalucia/1368811231_806735.html
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