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lunes, 5 de octubre de 2015

ENTREVISTAS CON LOS PARTICIPANTES Y COLABORADORES DE LAS XVIII Jornadas Bibliotecarias de Andalucía

ENTREVISTA CON LOS PARTICIPANTES Y COLABORADORES DE LAS XVIIIJBA: 
Juan Sánchez Sánchez


Juan Sánchez Sánchez.
Director Gerente de la Biblioteca de Castilla-La Mancha.



¿”Innovación, profesión y futuro”, lema de nuestras XVIII Jornadas Bibliotecarias de Andalucía, en qué lugar crees que se encuentra ahora mismo la profesión?

Creo que las bibliotecas tienen unos profesionales magníficos. En los grandes centros, con una plantilla amplia, tal vez pasan más desapercibidos individualmente, pues tienen que “brillar” como equipo. Pero en tantísimas bibliotecas públicas municipales, en las que existe un único bibliotecario, muchas veces contratado muy por debajo a su cualificación y formación, hacen un trabajo espléndido. Y tienen que saber de todo: son como el “médico de familia”, imprescindible en la vida de sus pacientes. El bibliotecario único atiende todos los servicios de la biblioteca, programa actividades, comunica, lleva un club de lectura, siembra solidaridad y cercanía….Yo admiro a esos bibliotecarios que trabajan en soledad, que son un hombre/mujer-orquesta y que ofrecen la maravillosa imagen de lo que es hoy una biblioteca pública. Me atrevería a decir que cualquier bibliotecario debería pasar en su trayectoria profesional por una biblioteca pública municipal: es un crisol que genera profesionales estupendos. Pero ocurre en general con la biblioteca pública: un profesional que nunca haya pisado una biblioteca pública tal vez carece de una visión plena de lo que es y debe ser este servicio público hoy en nuestra sociedad del siglo XXI.

Las bibliotecas se están transformando: ya no son sólo centros conservadores de la palabra, templos custodios del saber, lugares de silencio y estudio: son lugares de convivencia y propuestas, puerta democrática para la sociedad de la información, el servicio que acoge a todo tipo de ciudadanos sin ningún tipo de barreras…Cuando algunos dicen que las bibliotecas en la era de internet son prescindibles, yo afirmo que ahora hacen más falta que nunca las bibliotecas públicas, que son centros con una vertiente social amplísima, faros para la esperanza y focos de la solidaridad ciudadana.


¿Qué destacarías para los profesionales de nuestro sector, que nos deparan los tiempos presentes y venideros?

Tenemos que entrar en una nueva concepción de las bibliotecas. Es cierto que todavía no están plenamente consolidadas como un servicio público esencial y obligatorio. La legislación obliga a que existan bibliotecas municipales en los municipios mayores de 5.000 habitantes, pero si no se cumple no pasa nada (por ejemplo la ciudad de Guadalajara, en mi Comunidad). Pero es que vengo defendiendo que todos los ciudadanos tienen derecho constitucional a disfrutar de servicios bibliotecarios, vivan donde vivan. Y esto tampoco se cumple. Pues bien, cuando estamos todavía trabajando para concienciar de que las bibliotecas públicas son un servicio esencial y básico para las comunidades, para los ciudadanos, ahora tenemos que dar un nuevo paso, que nos obliga a los profesionales a hacer un esfuerzo de objetivos: las bibliotecas públicas no son “para” los ciudadanos: son “de los ciudadanos”. Ello implica un cambio de estrategia: trabajar siempre en complicidad con la sociedad, con todo tipo de entidades y colectivos, y poniendo siempre por encima los intereses públicos (de los ciudadanos) al de los profesionales. Ello significa que tenemos que desterrar la rutina de las bibliotecas, que tenemos que trabajar en la línea de conseguir una presencia pública constante, que tenemos que tener el corazón, la mente y las manos abiertas para “trabajar-con”.
En las bibliotecas nunca “cualquiera tiempo pasado fue mejor”. En las últimas décadas hemos tenido un crecimiento muy importante pero insuficiente, sobre todo si lo comparamos con otros sectores públicos (Educación y Sanidad, especialmente). Pero estamos viviendo, a pesar de los recortes, una primavera que a mí al menos me produce esperanza. Tenemos que trabajar por el presente: el pasado es para los historiadores y el futuro no existe: sólo sembrando programas, iniciativas, trabajo, esperanza, solidaridad, complicidad estaremos construyendo unos servicios bibliotecarios imprescindibles para la sociedad y bien valorados por los ciudadanos.



Por todos es asumido ya el valor social de las bibliotecas, pero ¿cual crees que es el verdadero valor de nuestra profesión para la sociedad actual?


 Los profesionales somos esenciales, es más, imprescindibles en las bibliotecas. En Castilla-La Mancha, donde resido y realizo fundamentalmente mi actividad, hicimos una labor muy importante para la profesionalización de los centros, en especial las pequeños bibliotecas municipales. Pusimos en marcha no sólo un programa de formación sino también de ayudas para la creación y mejora de puestos de trabajo en las bibliotecas públicas municipales. Y dio mucho fruto, y hoy tenemos unos profesionales como la copa de un pino, aunque queda mucho por hacer.
Con la crisis y el fin de las ayudas se cerraron algunas bibliotecas y no se ha avanzado en estos últimos años en unos puestos más dignos, adecuados al importante trabajo que realizan, con horarios más amplios y categorías adecuadas a la importante función social, educativa y cultural que se realiza.
Por ello, no hay que bajar la guardia y desde cualquier biblioteca, por pequeño que sea el municipio, se ha de conseguir una presencia pública en su comunidad y a través de todos los medios y recursos que garanticen que todos los ciudadanos conocen la biblioteca y pueden utilizar sus servicios.  
En la Sociedad de la Información, las bibliotecas siguen siendo básicas y los profesionales no sólo harán su función de mediadores sino también la de dinamizadores de una sociedad que tiene que tener a la biblioteca en su corazón. Es un trabajo que hay que desarrollar en un plano de esperanza y con una actitud positiva. Trabajar en coalición con la sociedad, con los centros docentes, con las asociaciones de vecinos y culturales, con las restantes instituciones y profesionales de la localidad, dará a la biblioteca una proyección que la convertirá en un centro absolutamente imprescindible en el desarrollo de la localidad y de sus ciudadanos.  


¿Qué crees que aportas a las Jornadas Bibliotecarias de Andalucía?

Agradezco mucho que por segunda vez la Asociación me invite como ponente a estas maravillosas Jornadas Bibliotecarias de Andalucía. La primera vez vine cuando acababa de abandonar, no por gusto, el Servicio Regional de Bibliotecas de Castilla-La Mancha, y hablé de la Ley de Bibliotecas que se estaba tramitando y a la que había dedicado muchos años y esfuerzos para intentar convencer de la necesidad de una ley estatal de coordinación bibliotecaria.
Y ahora recibo una nueva invitación, en un momento en el que estoy desarrollando mi labor en la Biblioteca de Castilla-La Mancha. No sé qué esperan de mi presencia y aportación los organizadores y asistentes a las Jornadas: acudo con la humildad de quien va cumpliendo años y se ha ido formando a base de trabajar por y en las bibliotecas o servicios bibliotecarios. Me apasionan las bibliotecas, especialmente las públicas, y en este momento creo que nuestra mayor aportación puede ser convencer de la necesidad hoy de las bibliotecas, como servicio esencial e imprescindible para la sociedad en general y para las comunidades a las que servimos. Siempre he defendido que la biblioteca pública es un servicio tan básico como los sanitarios, educativos o sociales y ahora no hay que bajar la guardia: necesitamos bibliotecas en nuestras vidas porque los ciudadanos las necesitan.

¿Granada y la Facultad de Comunicación y Documentación de al UGR, lugar perfecto para hablar de la profesión y del futuro?

Yo procedo de una región que por el “delito” de estar cerca de Madrid antes de la autonomía carecía de Universidad. Teníamos centros universitarios pertenecientes a distintas universidades pero se nos negaba la “tierra” y la “sal” universitaria. Participé en la creación de la Universidad de Castilla-La Mancha, en los años ochenta, y luego he tenido el privilegio de dirigir técnicamente el Servicio de Enseñanza Universitaria de Castilla-La Mancha. Entonces tuve la tentación de plantear entre los posibles nuevos Grados el de Biblioteconomía e Información (o con la denominación distinta que se hace en otras universidades). Pero los datos objetivos de oferta y demanda nos hicieron desistir.
Pero valoro mucho a las Facultades que ofrecen estos estudios, imprescindibles para la formación de nuevos profesionales. Las bibliotecas no existen si no tienen bibliotecarios profesionales; el bibliotecario es el corazón de la biblioteca y, aunque muchas personas que trabajamos en bibliotecas no tuvimos esa formación universitaria específica, creo que en nuestro tiempo resulta fundamental. Pero tienen aún que cambiar muchas cosas en nuestro país. Hay espléndidos bibliotecarios que muchas veces ocupan puestos que no se corresponden ni a su formación ni a sus tareas. ¿Por qué en las bibliotecas públicas municipales, sobre todo en muchas de localidades de poca población, no existe ni un puesto técnico de bibliotecas y se resuelve con la contratación de un Técnico Auxiliar? Ya sé que es cuestión de presupuesto. Pero para dar clases en cualquier centro docente hay que tener la titulación requerida y se paga de acuerdo a ese cuerpo docente; e igual ocurre en cualquier consultorio o centro de salud: no por ser un pueblo pequeño hay enfermeras que trabajan como médico o ordenanzas que realizan funciones de enfermera. La biblioteca tiene que dejar de ser un servicio público voluntario y de “segunda división” y la Universidad tiene que colaborar en ese proceso de convicción. El futuro de las bibliotecas es ofrecer servicios de primer nivel y para ello se precisa una profesionalización e innovación constante.


¿Cuál es tu opinión de la labor desarrollada por la Asociación Andaluza de Bibliotecarios?

Las asociaciones de profesionales son siempre imprescindibles, y más en un ámbito en el que apenas tienen presencia los colegios profesionales. Muchas veces los profesionales no podemos defender sin graves riesgos para nuestra libertad y situación profesional los valores de la biblioteca, de las bibliotecas. Y por ello hacen falta asociaciones profesionales fuertes, que nos ayuden en nuestra formación permanente y que constituyan focos de defensa de las bibliotecas públicas. Asociaciones que tengan una presencia pública en los medios de comunicación, en las redes sociales, ante las autoridades… Y que cuando haya riesgo de cerrar una biblioteca o de disminuir sus horarios, o cuando decrecen los presupuestos, las asociaciones tienen que actuar de “escudo” para los bibliotecarios o bibliotecas afectadas.
Hay que apostar por el asociacionismo profesional, y colaborar. Personalmente valoro mucho a quienes dan su tiempo y sus energías a luchas por las bibliotecas desde una asociación. Y hay que asociarse, para que sean asociaciones más fuertes y representativas, y que alcen la voz en defensa de este servicio público que son las bibliotecas.
No temamos gastar tiempo en desarrollar una asociación como la andaluza. Están sembrando en beneficio de todos y tenemos que aprovechar los frutos que nos ofrecen: cursos, jornadas y congresos, asesoramiento…
Y para contestar claramente esta pregunta diré que admiro desde hace años la labor que está realizando la Asociación Andaluza de Bibliotecarios. Acudir a su web es una invitación a contemplar lo que ha hecho y lo que hace. Y sólo desde la generosidad y el amor a las bibliotecas puede entenderse tanto trabajo por los demás.

¿Qué le dirías al resto de los profesionales andaluces para que compartan con nosotros nuestras Jornadas?


Creo que estas Jornadas exceden el ámbito geográfico andaluz. Es verdad que ésta es la cita de los bibliotecarios andaluces, pero todos hemos aprendido mucho mirando a estas Jornadas, consultando sus actas, viendo sus propuestas…Pero, si nos centramos en los profesionales en Andalucía, yo diría que todos tienen un lugar aquí y que si en alguna ocasión está justificado cerrar  la biblioteca un par de días, sería para acudir a un foro como éste. Los bibliotecarios somos un “ejército”, un pueblo, y no podemos caminar solos. Tenemos que convivir, aprender de lo que hacen otros, tener las antenas operativas para captar ideas e iniciativas y poder implantarlas en nuestros centros. Además, la soledad nos puede conducir al aislamiento y a la melancolía; y por ello tenemos que “cargar las pilas” viendo que, incluso en situación de recortes presupuestarios en una biblioteca se puede producir vida, una vida abundante y creativa.
Llamo a los bibliotecarios, especialmente a los municipales, a asistir a las Jornadas, a participar y a ser conscientes de que los bibliotecarios necesitamos una formación permanente y, sobre todo, una relación que nos ponga en sintonía con los nuevos tiempos que corren. Las bibliotecas siempre se han adaptado a las nuevas épocas, y ahora, en plena era de las tecnologías y la información, nuestras bibliotecas siguen siendo necesarias, imprescindibles y están llamadas a una alta misión en nuestra sociedad.
Pero no son unas jornadas sólo para bibliotecas públicas. Transferir conocimiento, experiencias y proyectos entre centros de distintas redes es también una oportunidad para el encuentro y el trabajo colectivo. Al final, en la medida que entremos en comunicación, podremos tener una mayor presencia publica todo tipo de bibliotecas en los medios de comunicación y en la sociedad. 


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