ENTREVISTA CON LOS PARTICIPANTES Y COLABORADORES DE LAS XVIIIJBA:
Juan Sánchez Sánchez
Juan
Sánchez Sánchez.
Director Gerente de la Biblioteca de Castilla-La Mancha.
¿”Innovación,
profesión y futuro”, lema de nuestras XVIII Jornadas Bibliotecarias de
Andalucía, en qué lugar crees que se encuentra ahora mismo la profesión?
Creo que las bibliotecas tienen unos profesionales
magníficos. En los grandes centros, con una plantilla amplia, tal vez pasan más
desapercibidos individualmente, pues tienen que “brillar” como equipo. Pero en
tantísimas bibliotecas públicas municipales, en las que existe un único
bibliotecario, muchas veces contratado muy por debajo a su cualificación y
formación, hacen un trabajo espléndido. Y tienen que saber de todo: son como el
“médico de familia”, imprescindible en la vida de sus pacientes. El
bibliotecario único atiende todos los servicios de la biblioteca, programa
actividades, comunica, lleva un club de lectura, siembra solidaridad y
cercanía….Yo admiro a esos bibliotecarios que trabajan en soledad, que son un
hombre/mujer-orquesta y que ofrecen la maravillosa imagen de lo que es hoy una
biblioteca pública. Me atrevería a decir que cualquier bibliotecario debería
pasar en su trayectoria profesional por una biblioteca pública municipal: es un
crisol que genera profesionales estupendos. Pero ocurre en general con la
biblioteca pública: un profesional que nunca haya pisado una biblioteca pública
tal vez carece de una visión plena de lo que es y debe ser este servicio
público hoy en nuestra sociedad del siglo XXI.
Las bibliotecas se están transformando: ya no son
sólo centros conservadores de la palabra, templos custodios del saber, lugares
de silencio y estudio: son lugares de convivencia y propuestas, puerta
democrática para la sociedad de la información, el servicio que acoge a todo
tipo de ciudadanos sin ningún tipo de barreras…Cuando algunos dicen que las
bibliotecas en la era de internet son prescindibles, yo afirmo que ahora hacen
más falta que nunca las bibliotecas públicas, que son centros con una vertiente
social amplísima, faros para la esperanza y focos de la solidaridad ciudadana.
¿Qué destacarías para
los profesionales de nuestro sector, que nos deparan los tiempos presentes y
venideros?
Tenemos
que entrar en una nueva concepción de las bibliotecas. Es cierto que todavía no
están plenamente consolidadas como un servicio público esencial y obligatorio.
La legislación obliga a que existan bibliotecas municipales en los municipios
mayores de 5.000 habitantes, pero si no se cumple no pasa nada (por ejemplo la
ciudad de Guadalajara, en mi Comunidad). Pero es que vengo defendiendo que
todos los ciudadanos tienen derecho constitucional a disfrutar de servicios
bibliotecarios, vivan donde vivan. Y esto tampoco se cumple. Pues bien, cuando
estamos todavía trabajando para concienciar de que las bibliotecas públicas son
un servicio esencial y básico para las comunidades, para los ciudadanos, ahora
tenemos que dar un nuevo paso, que nos obliga a los profesionales a hacer un
esfuerzo de objetivos: las bibliotecas públicas no son “para” los ciudadanos:
son “de los ciudadanos”. Ello implica un cambio de estrategia: trabajar siempre
en complicidad con la sociedad, con todo tipo de entidades y colectivos, y
poniendo siempre por encima los intereses públicos (de los ciudadanos) al de
los profesionales. Ello significa que tenemos que desterrar la rutina de las
bibliotecas, que tenemos que trabajar en la línea de conseguir una presencia
pública constante, que tenemos que tener el corazón, la mente y las manos
abiertas para “trabajar-con”.
En las
bibliotecas nunca “cualquiera tiempo pasado fue mejor”. En las últimas décadas
hemos tenido un crecimiento muy importante pero insuficiente, sobre todo si lo
comparamos con otros sectores públicos (Educación y Sanidad, especialmente).
Pero estamos viviendo, a pesar de los recortes, una primavera que a mí al menos
me produce esperanza. Tenemos que trabajar por el presente: el pasado es para
los historiadores y el futuro no existe: sólo sembrando programas, iniciativas,
trabajo, esperanza, solidaridad, complicidad estaremos construyendo unos
servicios bibliotecarios imprescindibles para la sociedad y bien valorados por
los ciudadanos.
Por
todos es asumido ya el valor social de las bibliotecas, pero ¿cual crees que es
el verdadero valor de nuestra profesión para la sociedad actual?
Los profesionales somos esenciales, es más,
imprescindibles en las bibliotecas. En Castilla-La Mancha, donde resido y
realizo fundamentalmente mi actividad, hicimos una labor muy importante para la
profesionalización de los centros, en especial las pequeños bibliotecas
municipales. Pusimos en marcha no sólo un programa de formación sino también de
ayudas para la creación y mejora de puestos de trabajo en las bibliotecas públicas
municipales. Y dio mucho fruto, y hoy tenemos unos profesionales como la copa
de un pino, aunque queda mucho por hacer.
Con la crisis y el
fin de las ayudas se cerraron algunas bibliotecas y no se ha avanzado en estos
últimos años en unos puestos más dignos, adecuados al importante trabajo que
realizan, con horarios más amplios y categorías adecuadas a la importante
función social, educativa y cultural que se realiza.
Por ello, no hay que
bajar la guardia y desde cualquier biblioteca, por pequeño que sea el
municipio, se ha de conseguir una presencia pública en su comunidad y a través
de todos los medios y recursos que garanticen que todos los ciudadanos conocen
la biblioteca y pueden utilizar sus servicios.
En la Sociedad de la Información, las bibliotecas siguen siendo básicas
y los profesionales no sólo harán su función de mediadores sino también la de
dinamizadores de una sociedad que tiene que tener a la biblioteca en su
corazón. Es un trabajo que hay que desarrollar en un plano de esperanza y con
una actitud positiva. Trabajar en coalición con la sociedad, con los centros
docentes, con las asociaciones de vecinos y culturales, con las restantes
instituciones y profesionales de la localidad, dará a la biblioteca una
proyección que la convertirá en un centro absolutamente imprescindible en el
desarrollo de la localidad y de sus ciudadanos.
¿Qué crees que
aportas a las Jornadas Bibliotecarias de Andalucía?
Agradezco
mucho que por segunda vez la Asociación me invite como ponente a estas maravillosas
Jornadas Bibliotecarias de Andalucía.
La primera vez vine cuando acababa de abandonar, no por gusto, el Servicio
Regional de Bibliotecas de Castilla-La Mancha, y hablé de la Ley de Bibliotecas
que se estaba tramitando y a la que había dedicado muchos años y esfuerzos para
intentar convencer de la necesidad de una ley estatal de coordinación
bibliotecaria.
Y ahora
recibo una nueva invitación, en un momento en el que estoy desarrollando mi
labor en la Biblioteca de Castilla-La Mancha. No sé qué esperan de mi presencia
y aportación los organizadores y asistentes a las Jornadas: acudo con la
humildad de quien va cumpliendo años y se ha ido formando a base de trabajar
por y en las bibliotecas o servicios bibliotecarios. Me apasionan las
bibliotecas, especialmente las públicas, y en este momento creo que nuestra
mayor aportación puede ser convencer de la necesidad hoy de las bibliotecas,
como servicio esencial e imprescindible para la sociedad en general y para las
comunidades a las que servimos. Siempre he defendido que la biblioteca pública
es un servicio tan básico como los sanitarios, educativos o sociales y ahora no
hay que bajar la guardia: necesitamos bibliotecas en nuestras vidas porque los
ciudadanos las necesitan.
¿Granada y la
Facultad de Comunicación y Documentación de al UGR, lugar perfecto para hablar
de la profesión y del futuro?
Yo
procedo de una región que por el “delito” de estar cerca de Madrid antes de la
autonomía carecía de Universidad. Teníamos centros universitarios
pertenecientes a distintas universidades pero se nos negaba la “tierra” y la
“sal” universitaria. Participé en la creación de la Universidad de Castilla-La
Mancha, en los años ochenta, y luego he tenido el privilegio de dirigir
técnicamente el Servicio de Enseñanza Universitaria de Castilla-La Mancha.
Entonces tuve la tentación de plantear entre los posibles nuevos Grados el de
Biblioteconomía e Información (o con la denominación distinta que se hace en
otras universidades). Pero los datos objetivos de oferta y demanda nos hicieron
desistir.
Pero
valoro mucho a las Facultades que ofrecen estos estudios, imprescindibles para
la formación de nuevos profesionales. Las bibliotecas no existen si no tienen
bibliotecarios profesionales; el bibliotecario es el corazón de la biblioteca y,
aunque muchas personas que trabajamos en bibliotecas no tuvimos esa formación
universitaria específica, creo que en nuestro tiempo resulta fundamental. Pero
tienen aún que cambiar muchas cosas en nuestro país. Hay espléndidos
bibliotecarios que muchas veces ocupan puestos que no se corresponden ni a su
formación ni a sus tareas. ¿Por qué en las bibliotecas públicas municipales,
sobre todo en muchas de localidades de poca población, no existe ni un puesto
técnico de bibliotecas y se resuelve con la contratación de un Técnico
Auxiliar? Ya sé que es cuestión de presupuesto. Pero para dar clases en
cualquier centro docente hay que tener la titulación requerida y se paga de
acuerdo a ese cuerpo docente; e igual ocurre en cualquier consultorio o centro
de salud: no por ser un pueblo pequeño hay enfermeras que trabajan como médico
o ordenanzas que realizan funciones de enfermera. La biblioteca tiene que dejar
de ser un servicio público voluntario y de “segunda división” y la Universidad
tiene que colaborar en ese proceso de convicción. El futuro de las bibliotecas
es ofrecer servicios de primer nivel y para ello se precisa una
profesionalización e innovación constante.
¿Cuál es tu opinión
de la labor desarrollada por la Asociación Andaluza de Bibliotecarios?
Las
asociaciones de profesionales son siempre imprescindibles, y más en un ámbito
en el que apenas tienen presencia los colegios profesionales. Muchas veces los
profesionales no podemos defender sin graves riesgos para nuestra libertad y
situación profesional los valores de la biblioteca, de las bibliotecas. Y por
ello hacen falta asociaciones profesionales fuertes, que nos ayuden en nuestra
formación permanente y que constituyan focos de defensa de las bibliotecas
públicas. Asociaciones que tengan una presencia pública en los medios de
comunicación, en las redes sociales, ante las autoridades… Y que cuando haya
riesgo de cerrar una biblioteca o de disminuir sus horarios, o cuando decrecen
los presupuestos, las asociaciones tienen que actuar de “escudo” para los
bibliotecarios o bibliotecas afectadas.
Hay que
apostar por el asociacionismo profesional, y colaborar. Personalmente valoro
mucho a quienes dan su tiempo y sus energías a luchas por las bibliotecas desde
una asociación. Y hay que asociarse, para que sean asociaciones más fuertes y
representativas, y que alcen la voz en defensa de este servicio público que son
las bibliotecas.
No
temamos gastar tiempo en desarrollar una asociación como la andaluza. Están
sembrando en beneficio de todos y tenemos que aprovechar los frutos que nos
ofrecen: cursos, jornadas y congresos, asesoramiento…
Y para
contestar claramente esta pregunta diré que admiro desde hace años la labor que
está realizando la Asociación Andaluza de Bibliotecarios. Acudir a su web es
una invitación a contemplar lo que ha hecho y lo que hace. Y sólo desde la
generosidad y el amor a las bibliotecas puede entenderse tanto trabajo por los
demás.
¿Qué le dirías al
resto de los profesionales andaluces para que compartan con nosotros nuestras
Jornadas?
Creo que
estas Jornadas exceden el ámbito geográfico andaluz. Es verdad que ésta es la
cita de los bibliotecarios andaluces, pero todos hemos aprendido mucho mirando
a estas Jornadas, consultando sus actas, viendo sus propuestas…Pero, si nos
centramos en los profesionales en Andalucía, yo diría que todos tienen un lugar
aquí y que si en alguna ocasión está justificado cerrar la biblioteca un par de días, sería para
acudir a un foro como éste. Los bibliotecarios somos un “ejército”, un pueblo,
y no podemos caminar solos. Tenemos que convivir, aprender de lo que hacen
otros, tener las antenas operativas para captar ideas e iniciativas y poder
implantarlas en nuestros centros. Además, la soledad nos puede conducir al
aislamiento y a la melancolía; y por ello tenemos que “cargar las pilas” viendo
que, incluso en situación de recortes presupuestarios en una biblioteca se
puede producir vida, una vida abundante y creativa.
Llamo a
los bibliotecarios, especialmente a los municipales, a asistir a las Jornadas,
a participar y a ser conscientes de que los bibliotecarios necesitamos una
formación permanente y, sobre todo, una relación que nos ponga en sintonía con
los nuevos tiempos que corren. Las bibliotecas siempre se han adaptado a las
nuevas épocas, y ahora, en plena era de las tecnologías y la información,
nuestras bibliotecas siguen siendo necesarias, imprescindibles y están llamadas
a una alta misión en nuestra sociedad.
Pero no
son unas jornadas sólo para bibliotecas públicas. Transferir conocimiento, experiencias
y proyectos entre centros de distintas redes es también una oportunidad para el
encuentro y el trabajo colectivo. Al final, en la medida que entremos en
comunicación, podremos tener una mayor presencia publica todo tipo de
bibliotecas en los medios de comunicación y en la sociedad.
Juan Sánchez Sánchez
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