ENTREVISTAS
CON LOS PONENTES Y COLABORADORES DE LAS XIXJBA:
José Antonio
Gómez Hernández
José Antonio Gómez Hernández.
Universidad de Murcia.
José Antonio, este año clausuras las XIXª JBA, en las que se va a hablar de
la labor que hace la biblioteca por la sociedad y cómo ve la sociedad nuestros
servicios. En relación con este tema, ¿que nos puedes adelantar?
Me gustaría destacar la importancia de vincular
nuestras bibliotecas con los objetivos generales de la comunidad (en un sentido
tanto local como global). Los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones
Unidas para 2030 podrían marcar un referente de lo que debería guiar la
actuación de las bibliotecas públicas, que va más allá de dar acceso y hacer
competentes en el uso y comunicación de la información. Me parece un gran
acierto que IFLA haya explicado la relación y las actuaciones de las
bibliotecas en todas y cada una de estas metas para nuestro mundo global.
Seremos relevantes si priorizamos los servicios en tanto contribuyan a las
metas de la sociedad. Y eso nos vincula hoy con sostenibilidad ambiental,
reducción de la desigualdad, mejora de las instituciones, salud, pobreza,
igualdad de género, acceso a la educación y el aprendizaje a lo largo de la
vida… Nuestros servicios se perciben principalmente todavía como un espacio de
estudio y una institución que fomenta la lectura y la cultura. Son funciones
necesarias pero que debemos reorientar de acuerdo con el rol al que aspiramos:
garantizar el acceso a la información y contribuir a la mejora global de nuestras
comunidades.
¿Crees que es
necesario conocer el “Retorno de la inversión” (ROI) de nuestras bibliotecas
para justificar socialmente la inversión en nuestros servicios?
Creo
que es algo positivo, pero no suficiente. Debemos ser ejemplares en
transparencia y en rendición de cuentas, y el “Retorno de la Inversión” es una
forma avanzada de rendición de cuentas: decimos en qué invertimos nuestros
recursos, el valor que tendrían los servicios que damos si debieran pagarse, y
por tanto acreditamos que devolvemos con creces lo que invertimos. Pero el valor
mayor de las bibliotecas es intangible: en el caso de las bibliotecas, lo que
suponen es incalculable: las oportunidades que generan en quienes tienen menos
medios, la cohesión en la comunidad que facilitan como espacio público de
convivencia… Puedes simplemente decir a un usuario “léete esto” y facilitar una
experiencia que cambie su vida, le conmueva, le haga encontrar una solución o
un camino nuevo. En una sociedad consciente de sí misma no tendríamos que
demostrar el retorno de la inversión, se nos protegería como argamasa, como
tejido social, como aglutinante, como palanca, como agentes de cambio y de
crecimiento comunitario. Por tanto, el ROI es una herramienta importante de
negociación en un contexto de reducción y cuestionamiento de lo público desde
las políticas liberal-conservadoras que sufrimos, pero lo fundamental que hace
la biblioteca incluye la atención a lo menos rentable en términos económicos:
la persona excluida, lo minoritario, la diferencia….
¿Cuáles serían los
puntos clave para mejorar la imagen de las bibliotecas ante la sociedad?
En
la realidad de las bibliotecas españolas hay también mucha desigualdad. Tenemos
bibliotecas bien dotadas, activas y muy imbricadas con su comunidad, que ya por
sus propias prácticas y los servicios que dan a diario tienen una imagen muy
positiva entre los integrantes de su comunidad. Pero otras muchas bibliotecas
siguen siendo vistas como salas para los que estudiantes preparen sus exámenes.
Incluso el alumnado universitario de Biblioteconomía percibe frecuentemente la
biblioteca así, como un espacio de estudio con una colección de material
impreso o audiovisual, al que no vinculan con el derecho básico a la
información, el aprendizaje y la cultura. Transformar esa visión estereotipada
tiene que ver con cambiar la propia realidad: concluir la transición digital de
nuestras bibliotecas, incorporar la participación en las decisiones sobre los
servicios, colecciones y uso de la biblioteca, practicar la innovación de forma
habitual, … Las bibliotecas tienen que sorprender, tener algo para todos:
cuando hoy una biblioteca presta un instrumento musical o un taladrador está
sorprendiendo, o cuando enseña a programas o a arreglar un ordenador roto está
apostando y trasmitiendo la idea de compartir bienes comunes; cuando la
biblioteca se ofrece a modificar los servicios de acuerdo con grupos vecinales
o las asociaciones de su comunidad, cuando incorpora presupuestos
participativos para seleccionar colecciones o hacer sus actividades culturales,
está transformando su imagen social y mostrándose como una herramienta
ciudadana, que asume las necesidades de sus ciudadanos y por lo tanto que los
ciudadanos harán suya y la defenderán como tal.
En relación a la biblioteca social y el tercer sector, ¿crees fundamental y
necesaria la labor desarrollada desde la biblioteca pública?
Potenciar la acción de la biblioteca con la
contribución de las ONGs y el voluntariado me parece bien, pues vincula la idea
de la biblioteca con la de solidaridad. Pero ello debe hacerse desde una
biblioteca gestionada profesionalmente por bibliotecarios. En Gran Bretaña más
de mil bibliotecas han sido entregadas a personal voluntario para su gestión y
solo continúan abiertas gracias a ellos. Esto presupone creer y transmitir la
idea de que la biblioteca no es un servicio necesario, que gestionar una
biblioteca no es una profesión, y en ese sentido es un paso atrás inadmisible.
La administración tiene la obligación de mantener un servicio bibliotecario de
calidad en sus municipios y punto. Comento esto como caso extremo que se
convierte en negativo cuando la solidaridad sustituye un derecho básico como es
el de la información. Trabajar con las entidades sociales solidarías sí, por
supuesto, pero que no se den pasos atrás en la profesionalidad y el derecho a
la biblioteca…. Escribo esto preocupado por una noticia leída hoy en The Guardian: “Save your local! Should
volunteers help keep our public libraries open?”. En un sentido inverso, me parece perfecto (y obligado) cuando la
biblioteca amplía sus servicios y llega a usuarios vulnerables y en riesgo de
exclusión gracias a conectar con las organizaciones que les apoyan y trabajar
con ellas,
¿Qué esperas de las XIX Jornadas Bibliotecarias de Andalucía?
Tomar muchos cafés y conversar mucho con los colegas,
intercambiar experiencias y buenas prácticas gracias a los demás ponentes y
asistentes, aprender de bibliotecarias y bibliotecarios innovadores y
ejemplares, encontrar juntos motivos de apoyo e ilusión, disfrutar Huelva…
muchas expectativas para dos días, habrá que aprovechar cada minuto.
¿Qué te parece el trabajo de la AAB en favor de la profesión?
Comparto vuestros valores, y me parecen muy adecuadas las líneas marcadas
por vuestro plan estratégico. La primera vez que participé en unas JBA fue en
Jaén, en 1991, y siempre que he vuelto he visto una labor importante de impulso
de la profesión. Ahora creo que un reto fundamental es apoyar y garantizar el
relevo generacional a todos los niveles: las bibliotecas andaluzas (de todo
tipo) crecieron mucho en los años ochenta y ahora imagino que habrá que
asegurar que se van incorporando nuevas generaciones de bibliotecarios, que no
dejan de dotarse plazas en las bibliotecas cuando llegan jubilaciones, y que
visualicemos cómo queremos que sean los bibliotecarios que atenderán los
servicios en 2030, para que se vayan incorporando con una visión de las
necesidades sociales futuras y la aptitud y la actitud para responder a ellas.
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