Entrevista a los invitados a las I Jornadas Técnicas de Bibliotecas: Ana María Jiménez Rodríguez
Ana María Jiménez Rodríguez.
Psicóloga infantil y de
adultos en terapia Gestalt y con experiencia en gestión de la biblioteca
municipal de Quéntar, Granada
Inteligencia
emocional en bibliotecas, ¿qué le sugiere esta frase?.
Me
suena a utopía pero cercana. Desde hace algún tiempo empezamos a plantearnos la
idea y la praxis de que las bibliotecas también son lugares donde uno puede
crecer emocionalmente y donde pueda encontrarse un trato más humano y cercano.
Es algo que puede darse sin estar en disonancia con el trabajo en una entidad
pública o rodeado de mucha gestión administrativa.
Dar
aún más valor a una biblioteca pasa por ponerle calidez a las relaciones
humanas que allí se generan, fomentando por ejemplo los clubes de lectura, con
la creación de grupos de investigadores y haciendo que el contacto entre
bibliotecarios y usuarios sea cálido, entre otras medidas. Ponerle calidez al
trabajo no significa desconectarse de sí y estar más al servicio del usuario o
de la administración sino crear un ambiente equilibrado entre lo que sucede en
la biblioteca y el cómo me siento yo. Una biblioteca emocional es una
biblioteca abierta, humanista, centrada en ampliar y expandir conocimientos,
actitudes y formas diversas de entender la vida. Integrar y proponer
alternativas de trabajar y de estar en una biblioteca puede ser un primer paso
importante, tanto para los bibliotecarios como para los usuarios.
¿Cree
que los bibliotecarios están preparados para responder a las nuevas demandas de
los usuarios, fruto de la situación actual del país? ¿Será nuestra respuesta
positiva hacia los usuarios?
Vivimos
en un momento de crisis, de grietas en los sistemas sociales y también grietas
en las estructuras familiares y personales. La inestabilidad social y económica
pasa también por una crisis de identidad como consecuencia de la repercusión
que tiene en nosotros la situación laboral. La sociedad vive en una burbuja que
no se mantiene por sí misma y nosotros, las personas, vivimos en un andamio
difícil de sostener, con falta de criterio y conciencia. Los cambios económicos
y laborales provocan un cambio en el usuario que se acerca a la biblioteca.
Familias en situación precaria, con dificultades para llegar a fin de mes, han
encontrado en la biblioteca un segundo refugio después de su casa. La
bibliotecas son lugares acogedores, libros de préstamos, mesas de lectura con
calefacción y provistos de recursos como conexión a internet, prensa, audios,
enciclopedias especializadas, espacios para estudiar, aprender... En definitiva
un espacio público donde uno puede expandirse cultural y académicamente.
Cambian
los perfiles de usuarios de las bibliotecas y cambian las dinámicas de gestión de
las bibliotecas. Aprender a flexibilizar y relacionarse con los nuevos perfiles
y dinámicas forma parte de las habilidades que se trabaja en la inteligencia
emocional. Conforme aprenda a adaptarme a los cambios de mi vida, también
aprenderé a adaptarme a los cambios de la sociedad.
Dotar
de sentido la vida y no vivir muy desconectados de la realidad a nuestro
alrededor puede ser una buena clave para crear más conexión entre lo que uno
piensa, siente y lo que sucede fuera. La clave del equilibrio pasa porque el
ambiente de fuera, nuestro trabajo, amigos, familia tenga un pellizco de
nuestro ser.
¿Qué
beneficios traerá la inteligencia emocional a los bibliotecarios? ¿Lo podremos
aplicar en nuestra labor diaria?
El
bibliotecario es un guía: aconseja, resuelve, investiga, educa y facilita
que haya un ambiente cálido y enriquecedor. Es fundamental cuidarlo, porque es
una figura clave dentro de una biblioteca.
Para
ello toda la energía y trabajo previo va para él o ella. El bibliotecario tiene
que encontrar lo mejor de sí mismo y ponerlo al servicio en su trabajo y de su
vida. Dotar de conciencia y sentido su labor profesional pasa por no
desconectarse ni dejarse domesticar por lo que la sociedad le pide.
La
salud emocional, el bienestar de un trabajador, que asume sus responsabilidades
con tranquilidad y no con desidia, facilita que el motor de una biblioteca
funcione mejor y que haya un mejor ambiente.
La
riqueza personal, la empatía, la asertividad son herramientas o actitudes que
las personas que trabajan al público tienen que tener muy claras y usarlas. Si
no, uno se quema y evitas las nuevas situaciones.
Al
pensar en los bibliotecarios, ¿cómo ve su labor en el tejido social de las
poblaciones?
Muy
importante. El aprendizaje y en enriquecimiento de las personas es mutuo. Yo
puedo enseñar a alguien algo pero yo también puedo aprender de los demás. Somos
seres interconectados y el aprendizaje puede ser bidireccional. Por lo tanto
puede haber una implicación y una labor social de educar y transformar la realidad
de muchas personas.
Prepararse
en los fundamentos de las habilidades sociales y emocionales para lograr mayor
autoconciencia y tener mejor capacidad para dominar las emociones perturbadoras
favorece esa capacidad en otras personas. Es una cadena en cascada y facilita
que cada vez más personas tengan una educación emocional sana.
Cuanto
más sensibilidad tenga en reconocer mis emociones, mayor sensibilidad tendré
con las emociones de los demás y habrá mayor empatía. Creo que desde el trabajo
interpersonal hay una repercusión a nivel social y desde ahí haremos una labor
más humana.
¿Espera
una participación activa en las jornadas?
Sí,
mucha. Va a ser algo innovador y muy necesario. Vivimos en un momento de
cuestionamiento de valores más superfluos y hay una búsqueda interna para crear
más coherencia entre la vida personal y profesional.
¿Qué
expectativas tiene frente a la celebración de las Jornadas Técnicas de
Bibliotecas, centradas en la temática de la inteligencia emocional?.
Con
estas jornadas pretendemos que la vida emocional del bibliotecario tenga más
coherencia con su forma de ser y que pueda ampliar sus capacidades para
afrontar y superar los retos laborales y sociales.
Creo
que los trabajadores que tienen una labor de cara al público pueden quemarse y
tienen que percibir e interpretar adecuadamente lo que suceda en relación al
encuentro con los usuarios. A veces esto es difícil. Creo que trabajar con la
inteligencia emocional puede hacer que mejore la calidad de vida tanto del
trabajador como las de los usuarios. Comunicarse bien y reaccionar según lo que
acontece pueden ser herramientas muy útiles para los trabajadores de las
bibliotecas.
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