ENTREVISTAS CON LOS PONENTES Y COLABORADORES DE LAS
XIXJBA:
Gonzalo Oyarzún
Gonzalo Oyarzún
Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas DIBAM (Chile)
¿Cómo podrías definir "Biblioteca Social"?
La Biblioteca Social es aquella que pone en su centro
a las personas, es la que se conecta con su entorno y su comunidad para, desde
allí, diseñar sus programas y sus servicios. En este sentido, la biblioteca
pública contemporánea es indisociablemente social, su espacio, sus servicios y todo
su quehacer se vincula íntimamente con el desarrollo de las personas, sus
barrios, su ciudad, en la región en que habitan. A veces solemos decir que las
bibliotecas cambian la vida de las personas; eso puede ser excepcionalmente
cierto, pero ocurre rara vez. Prefiero pensar que las bibliotecas están con la
gente, han crecido con sus vidas, sus lecturas, acompañándola en sus estudios,
en su trabajo, en su salud, en su búsqueda de entretenimiento, de participación
política, de relaciones personales. Una biblioteca como historia de nuestras
vidas; esa es para mi la biblioteca social.
¿Desde cuándo empezaste a escuchar este término?
Desde mediados
de la década de los noventa, el concepto de biblioteca se comenzó a vincular
más estrechamente a una función social. Ello como respuesta también a las
buenas prácticas que en esa época era posible identificar de diferentes
bibliotecas de Latinoamérica y Europa: Colombia, Chile, España, Francia y
especialmente Finlandia, aunque en esos años se planteaba de manera distinta.
Hoy el termino ha adquirido un valor completamente diferente: la biblioteca
irrumpe en la vida de las personas, otorgándole oportunidades que otros
espacios no le dan: la biblioteca en donde ya no sólo voy a hacer los deberes
de la escuela, sino un espacio donde puedo mejorar mi calidad de vida. Y eso es
una responsabilidad muy grande.
¿Como ves la situación general de la Biblioteca Social en España?
Son muchas las bibliotecas que ya, desde hace un par
de décadas, comenzaron a explorar en ámbitos distintos a los asignados
tradicionalmente. En un principio de trataba de ciertos servicios acotados, sin
salirse muy fuertemente de los roles tradicionales de la biblioteca. Hoy la
realidad nos pone ante desafíos mayores: la realidad de las migraciones, el rol
de los espacios públicos en tanto espacios democráticos y para todos, la
tensión puesta en las bibliotecas desde políticas culturales especialmente
respecto de su presupuesto, la creciente demanda social por derechos ciudadanos
o comunitarios pone a la biblioteca en un eje que la puede transformar en un
centro fundamental de la sociedad.
¿Qué esperas de las XIX Jornadas Bibliotecarias de Andalucía?
Tengo muchas ganas de estar allí, poder conocer a los
bibliotecarios y toda su rica experiencia. Este tipo de encuentros es muy bueno
porque uno puede aprender mucho de las distintas experiencias , tomar ideas,
adaptarlas y replicarlas luego en tu país o en tu localidad. Aunque uno de los
valores más importantes está también en la reunión, en el dialogo que se da en
el espacio no formal de las Jornadas, en la pausa del café, en las comida o por
las noches, es posible entablar confianzas, conocer personas intercambiar
teléfonos y correos. Y allí está la fortaleza de encuentros como este, en la
capacidad de crear redes.
¿Qué te parece el trabajo de la AAB en favor de la profesión?
Creo que
no soy la persona más adecuada para evaluar el trabajo que realiza o ha
realizado la Asociación Andaluza de Bibliotecarios y nada
me molestaría más tener que hacerme un juicio desde documentos o por
comentarios de otros. Sin embargo y pese a ello, me gustaría señalar sólo dos
asuntos que llaman mi atención y podrían ayudar a encontrar la respuesta, al
menos para alguien como yo, un forastero del otro lado del Atlántico. El
primero es la persistencia; estar allí, perseverar, continuar cuando tantas
veces menguan los ánimos y los presupuestos, seguir pese a todo, ello es una cualidad
indispensable e irremplazable. El segundo es la búsqueda de poner nuevos temas
sobre la mesa. Ello revela el querer desafiarse, el riesgo, el vértigo. Ambas
cosas me hacen pensar que algo huele bien en Andalucía.
¿Cree que es necesario conocer el ROI
de nuestras bibliotecas para justificar socialmente la inversión en nuestros
servicios?
Quienes
trabajamos en bibliotecas sabemos perfectamente la riqueza de nuestro servicio,
su infraestructura, sus colecciones, la calidad de atención. Y nos esforzamos
diariamente en ampliar nuestra cobertura con productos innovadores, con
extensión de nuestro horario, con actividades atractivas para diferentes grupos
de la comunidad o saliendo más allá de nuestros muros, atendiendo a un público
que jamás habría podido venir a disfrutar de nuestros servicios. Pero si no
somos capaces de poner en valor todo ese inmenso trabajo, siempre estaremos
amenazados, ante una crisis económica o una autoridad desinteresada, a sufrir
recortes o definitivamente de un cierre. Poner en valor la biblioteca significa
ser capaces de medir el impacto de nuestros servicios, de explicar, en términos
técnicos comprensibles para los tomadores de decisiones, que la biblioteca no
sólo crea capital cultural sino también genera capital social, político y hasta
económico. La biblioteca no es un articulo suntuario; mejoran la calidad de
vida, generan oportunidades de negocios, salvan vidas humanas, mejoran la
salud, alcanza mejores niveles de educación, conecta personas contribuyen
significativamente a la felicidad de la comunidad. Y eso debemos ser capaces de
mostrarlo con estudios, con gráficos, con números. La biblioteca no es poesía,
es una herramienta indispensable para el desarrollo de la comunidad.
¿Cuales serían los puntos clave para
mejorar la imagen de las bibliotecas ante la sociedad?
En mi opinión y producto de mi experiencia como bibliotecario, creo que la
clave para las bibliotecas es que se adentren en las comunidades que atienden,
entiendan sus pulsiones y necesidades, sean capaces de diseñar y poner a
disposición servicios que permitan que esas comunidades se apropien de la
biblioteca, la hagan suya, la incorporen en sus prácticas diarias, creen nuevos
servicios y se vuelva un espacio trivial para ellos. Si la comunidad que rodea
una biblioteca, sea del tipo que sea, la siente como algo propio, como parte de
su vida, esa comunidad será su mejor sostenedora, su mejor defensora, porque la
biblioteca será de la piel de ese grupo humano, será su casa y su historia,
será su plaza y su habitación. Y no hay mejor imagen para una biblioteca cuando
esta está construida a imagen y semejanza de aquellos a quienes sirve.
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