ENTREVISTAS CON
PONENTES DE LAS XIX JORNADAS BIBLIOTECARIAS DE ANDALUCÍA:
Hilario Hernández Sánchez
Hilario Hernández Sánchez.
Fundación Biblioteca Social
¿Cómo podrías definir "Retorno de la Inversión en
Bibliotecas"?
El retorno
de la inversión, conocido como ROI (sigla inglesa de Return On Investment), es
un indicador utilizado para expresar el beneficio económico de instituciones o
servicios no comerciales o no lucrativos.
Sabemos
que los servicios bibliotecarios, sean públicos, educativos o de investigación,
dispongan de financiación pública o privada, se ofrecen en su inmensa mayoría
al margen de los intercambios comerciales, sin que medie un precio de mercado
que es el que habitualmente nos da la pauta para estimar el valor de los bienes
y servicios en la sociedad.
Eso es
precisamente lo que pretende el ROI, ofrecer una estimación del valor económico
de las bibliotecas, de su impacto económico, a través de una formulación
precisa, equiparable a un precio. Evidentemente se trata de un indicador
relativamente complejo en su elaboración, ya que articula y sintetiza un buen
número de datos e indicadores previos.
Pero se
expresa de una manera sencilla: por cada 1€ destinado a las bibliotecas, estas
retornan a la sociedad entre 3,5€ y 4,7€; es decir, prestan servicios valorados
en 3,5€, o en 4,7€, por cada 1€ que cuestan al año (es el caso de Navarra). Sin
duda esta simplicidad es clave para su popularidad.
¿Desde cuándo empezaste a escuchar este término?
Hace unos
ocho o diez años se empezó a tener noticias de estudios y metodologías que
evaluaban el valor económico de las bibliotecas. Pero la verdad es que fue hace
unos cinco años cuando conocí el ‘retorno de la inversión’ y comencé a estudiar
la documentación de referencia sobre el ROI aplicado a bibliotecas.
En mayo de
2013 se constituyó el Grupo del CCB para proponer un sistema de indicadores
para estimar el valor económico y social de las bibliotecas. Por esas fechas
también se realizan y publican los primeros estudios en España que incluyen el
ROI (Barcelona y Fesabid). Así que hace relativamente poco tiempo que el
término se ha incorporado a nuestro vocabulario profesional.
¿Algún proyecto que te haya llamado la atención?
Pues en
primer lugar, los realizados en España. El estudio sobre el retorno de la
inversión en bibliotecas municipales de Barcelona es una muestra del riguroso
trabajo de evaluación y difusión del impacto socioeconómico de las bibliotecas
públicas que se realiza desde la Diputación de Barcelona. Y el promovido por
Fesabid así como el de Navarra avanzan en estas metodologías aplicadas a todo
un sistema bibliotecario y con resultados
esècialmente interesantes para las bibliotecas públicas, las
universitarias y algunas espècializadas..
Por lo
demás siempre me ha llamado la atención la proliferación de estos estudios en
los USA, en distintos ámbitos y tipología bibliotecaria. Hay estados como el de
Florida ya con
una cierta tradición. También los realizados en Australia, o el kit de
herramientas publicado por algunas instituciones inglesas...
¿Cree que es necesario conocer el ROI de nuestras
bibliotecas para justificar socialmente la inversión en nuestros servicios?
Desde
luego, no es imprescindible, pero ayuda, y mucho. En cualesquiera
circunstancias, y más en épocas de crisis, todos los servicios públicos, no
solo las bibliotecas, deben justificar ante la sociedad su rentabilidad en
todos los ámbitos. Incorporar indicadores de evaluación económica supone un
avance importante ya que ofrece estimaciones sobre el el valor añadido que se
generan por los servicios prestados por las bibliotecas.
El
conocimiento del ROI o de cualquier otro indicador económico se complementa (y
adquiere su significación más adecuada) con otros valores e indicadores,
algunos de ya larga tradición en la evaluación bibliotecaria, y otros más
recientes y sin un desarrollo que los haga ‘normales’, comparables en el tiempo
y el espacio. Queda mucho camino, por
ejemplo, para disponer de métodos mínimamente estandarizados que faciliten
conocer el valor social de las bibliotecas...
No sería
capaz de articular una respuesta coherente a esta cuestión. Pero hay ciertos
aspectos que me han llamado la atención en el último periodo. Por ejemplo, el
estudio del valor en Navarra ha puesto de relieve en sus resultados lo
importante que llega a ser el dar la voz a los usuarios. Se sabe, aunque sea de
manera imprecisa, que los usuarios son en principal activo de las bibliotecas,
pero apenas sacamos partido de la buena imagen que, por lo general, tienen de
las mismas y que pueden transmitir al resto de los ciudadanos.
No se
trata tan solo de dar a los usuarios un mayor protagonismo, sino sobre todo de
promover que sean agentes activos en la promoción de las bibliotecas, que sus
experiencias formen parte de la evaluación que se realiza y de la imagen que se
transmite.
¿Qué esperas de las XIX Jornadas Bibliotecarias de
Andalucía?
Ojalá que
el desarrollo de esta mesa redonda sea un estímulo para que en Andalucía se
acometan estudios sobre el impacto económico y social de las bibliotecas. No
creo que sea una tarea que compete a las bibliotecas de manera individual, sino
a redes y sistemas de todo tipo, a través de sus servicios centrales. Además se
trata de trabajos cooperativos, en los que es necesaria la aportación de
distintas entidades.
¿Qué te parece el trabajo de la AAB en favor de la
profesión?
Creo que
el papel de las asociaciones profesionales es totalmente necesario. Resultan
imprescindibles en la defensa de los profesionales y trabajadores de las
bibliotecas, son un espacio privilegiado para el debate que permite avanzar. Y
también son la voz del sector, lo son ante la administración y ante la sociedad
en general, pueden actuar y actúan en defensa de las bibliotecas, construyendo
modelos que responden a las necesidades de los ciudadanos hoy y aquí. Creo que
los profesionales de las bibliotecas necesitamos asociaciones fuertes, un
entramado asociativo que les represente y represente al sector, a las
bibliotecas y sus funciones.
No conozco
el trabajo de la AAB como para opinar con valoraciones sobre su trabajo. Pero
sí puedo asegurar, por mi propia experiencia, lo que se echa en falta la
inexistencia de una asociación en territorios como en el que vivo.
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