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jueves, 5 de octubre de 2017

ENTREVISTAS CON PONENTES DE LAS XIX JORNADAS BIBLIOTECARIAS DE ANDALUCÍA: 
Hilario Hernández Sánchez




Hilario Hernández Sánchez.
Fundación Biblioteca Social

¿Cómo podrías definir "Retorno de la Inversión en Bibliotecas"?
El retorno de la inversión, conocido como ROI (sigla inglesa de Return On Investment), es un indicador utilizado para expresar el beneficio económico de instituciones o servicios no comerciales o no lucrativos.
Sabemos que los servicios bibliotecarios, sean públicos, educativos o de investigación, dispongan de financiación pública o privada, se ofrecen en su inmensa mayoría al margen de los intercambios comerciales, sin que medie un precio de mercado que es el que habitualmente nos da la pauta para estimar el valor de los bienes y servicios en la sociedad.
Eso es precisamente lo que pretende el ROI, ofrecer una estimación del valor económico de las bibliotecas, de su impacto económico, a través de una formulación precisa, equiparable a un precio. Evidentemente se trata de un indicador relativamente complejo en su elaboración, ya que articula y sintetiza un buen número de datos e indicadores previos.
Pero se expresa de una manera sencilla: por cada 1€ destinado a las bibliotecas, estas retornan a la sociedad entre 3,5€ y 4,7€; es decir, prestan servicios valorados en 3,5€, o en 4,7€, por cada 1€ que cuestan al año (es el caso de Navarra). Sin duda esta simplicidad es clave para su popularidad.
   
¿Desde cuándo empezaste a escuchar este término?
Hace unos ocho o diez años se empezó a tener noticias de estudios y metodologías que evaluaban el valor económico de las bibliotecas. Pero la verdad es que fue hace unos cinco años cuando conocí el ‘retorno de la inversión’ y comencé a estudiar la documentación de referencia sobre el ROI aplicado a bibliotecas.
En mayo de 2013 se constituyó el Grupo del CCB para proponer un sistema de indicadores para estimar el valor económico y social de las bibliotecas. Por esas fechas también se realizan y publican los primeros estudios en España que incluyen el ROI (Barcelona y Fesabid).  Así que hace relativamente poco tiempo que el término se ha incorporado a nuestro vocabulario profesional. 
  
¿Algún proyecto que te haya llamado la atención?
Pues en primer lugar, los realizados en España. El estudio sobre el retorno de la inversión en bibliotecas municipales de Barcelona es una muestra del riguroso trabajo de evaluación y difusión del impacto socioeconómico de las bibliotecas públicas que se realiza desde la Diputación de Barcelona. Y el promovido por Fesabid así como el de Navarra avanzan en estas metodologías aplicadas a todo un sistema bibliotecario y con resultados  esècialmente interesantes para las bibliotecas públicas, las universitarias y algunas espècializadas..
Por lo demás siempre me ha llamado la atención la proliferación de estos estudios en los USA, en distintos ámbitos y tipología bibliotecaria. Hay estados como el de Florida ya con una cierta tradición. También los realizados en Australia, o el kit de herramientas publicado por algunas instituciones inglesas...

¿Cree que es necesario conocer el ROI de nuestras bibliotecas para justificar socialmente la inversión en nuestros servicios?
Desde luego, no es imprescindible, pero ayuda, y mucho. En cualesquiera circunstancias, y más en épocas de crisis, todos los servicios públicos, no solo las bibliotecas, deben justificar ante la sociedad su rentabilidad en todos los ámbitos. Incorporar indicadores de evaluación económica supone un avance importante ya que ofrece estimaciones sobre el el valor añadido que se generan por los servicios prestados por las bibliotecas.
El conocimiento del ROI o de cualquier otro indicador económico se complementa (y adquiere su significación más adecuada) con otros valores e indicadores, algunos de ya larga tradición en la evaluación bibliotecaria, y otros más recientes y sin un desarrollo que los haga ‘normales’, comparables en el tiempo y el espacio.  Queda mucho camino, por ejemplo, para disponer de métodos mínimamente estandarizados que faciliten conocer el valor social de las bibliotecas... 

¿Cuáles serían los puntos clave para mejorar la imagen de las bibliotecas ante la sociedad?
No sería capaz de articular una respuesta coherente a esta cuestión. Pero hay ciertos aspectos que me han llamado la atención en el último periodo. Por ejemplo, el estudio del valor en Navarra ha puesto de relieve en sus resultados lo importante que llega a ser el dar la voz a los usuarios. Se sabe, aunque sea de manera imprecisa, que los usuarios son en principal activo de las bibliotecas, pero apenas sacamos partido de la buena imagen que, por lo general, tienen de las mismas y que pueden transmitir al resto de los ciudadanos.
No se trata tan solo de dar a los usuarios un mayor protagonismo, sino sobre todo de promover que sean agentes activos en la promoción de las bibliotecas, que sus experiencias formen parte de la evaluación que se realiza y de la imagen que se transmite.

¿Qué esperas de las XIX Jornadas Bibliotecarias de Andalucía?
Ojalá que el desarrollo de esta mesa redonda sea un estímulo para que en Andalucía se acometan estudios sobre el impacto económico y social de las bibliotecas. No creo que sea una tarea que compete a las bibliotecas de manera individual, sino a redes y sistemas de todo tipo, a través de sus servicios centrales. Además se trata de trabajos cooperativos, en los que es necesaria la aportación de distintas entidades.     

¿Qué te parece el trabajo de la AAB en favor de la profesión?
Creo que el papel de las asociaciones profesionales es totalmente necesario. Resultan imprescindibles en la defensa de los profesionales y trabajadores de las bibliotecas, son un espacio privilegiado para el debate que permite avanzar. Y también son la voz del sector, lo son ante la administración y ante la sociedad en general, pueden actuar y actúan en defensa de las bibliotecas, construyendo modelos que responden a las necesidades de los ciudadanos hoy y aquí. Creo que los profesionales de las bibliotecas necesitamos asociaciones fuertes, un entramado asociativo que les represente y represente al sector, a las bibliotecas y sus funciones.

No conozco el trabajo de la AAB como para opinar con valoraciones sobre su trabajo. Pero sí puedo asegurar, por mi propia experiencia, lo que se echa en falta la inexistencia de una asociación en territorios como en el que vivo.


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